el petróleo se derrama en tus ojos
nada mata
tu rojo jardín intacto huele a sangre
allí donde nadie lo nombra
adanes y evas efímeros
de huesos de humo que se esfuman
infinitos pasillos de metáforas vaciadas
paredes arañadas por uñas de hombre
hilo de semen que se enhebra en el ojo de la aguja
hueco de ti
cenit de la palabra
apagada luz que me encandila
cera de vela derretida
irreconocible cadáver de lo que fuimos
incinerado empedrado de carne
infieles dos a dos
acabados
solos y escondidos
fundidos en el silencioso olor a libro
hueco de mí que no me pertenece
no soy el que te ama
soy el que rellena con arena
los relojes que miden los no besos
que se pierden en tu lengua
viernes, 24 de diciembre de 2010
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