viernes, 13 de marzo de 2009

Un carpintero

Las velas del barco
del pirata arrepentido
son sus pulmones al viento,
suspiro de un dios obsesivo,
que tan solo en una semana
armó un terrible lio.
Frutas de un arbol de condenas
desvestidas las pieles del cuerpo del juicio.
Mi carne y mi sangre
son tu pan y tu vino,
tu reloj de pulsera
el que rodea mi destino.

Besandome me entregas
al fuego de la furia del pueblo
que atacandome con sus miradas
tres veces me niega,
tres veces me odia...
Mientras un rey enjuaga su conciencia
y un asesino absuelve su condena
se escriben las historias,
documentos del desprecio,
que servirán para que sepas
que no siempre te he fallado
y que mil veces por ti he llorado

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