Te mirabas en mi espada por horas,
solo a veces te gustaba lo que veías,
y callabas como callan las botellas
que vacías llegan a la orilla.
Eras muda, como las flores mudas,
y mirabas el reloj midiendo tu espera.
Jamás supiste renunciar a tus renuncias
y devolverte a las batallas sordas,
sordas de muerte, sordas de angustia,
donde luchan los vivos por su carne.
Carne ciega como un engrudo de certezas,
carne con sabor a miedo, miedo con sabor a miedo.
Un callejón lleno de gatos
es tu corazón entreabierto
y las sobras que dejan los cirujas
son lo que nombras "deseo" por nombrar,
por rotular el vacío, casi con culpa,
ves desierto en todos lados.
Una estatua a merced del rocío,
mirando la nada como si siguiera un rumbo,
un camino tallado y arrancado,
un tesoro escondido para siempre.
Dice la leyenda que descansa a sus pies
y en realidad es solo ella una y otra vez
lunes, 4 de mayo de 2009
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1 comentario:
Terribles y a la vez hermosas palabras, realmente me llegaron.
Siempre entro a este blog con expectativas que nunca son defraudadas. Felicitaciones!
Un beso grande!
Daniela
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