Volviendo de la orilla,
donde el mar se estira para tocarme,
entre escalones de piedra comida
por olas que me hubieran alcanzado,
descubro las cintas que condensan el pasado
mío, tuyo o de cualquiera, comido por polillas,
desprotejido y atacado por sal,
violado por cirujas, totalmente desvirtuado.
Ese recorte alineado de pedazos,
esa continuidad de sonrisas registradas,
es pasillo del laberinto de una vida.
Huellas de miel endurecidas
lo recorren perdiendose en los mismos pasos
que terminaron por abrirlo
como pétalos de flor desprendidos
para volar lejos, a la vista de cualquiera.
Pasillo que se mueve como serpiente,
se desprende de la piel y la deja,
acechada por otras serpientes hambrientas
cuyo plato favorito es el mismisimo pasado
jueves, 19 de febrero de 2009
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