martes, 4 de noviembre de 2008

Quédate, que quiero desvestirte

Tuercas que muerden mi lengua cuando hablo;
tus ojos, sin saberlo, no me miran.
Todo transcurre por capricho,
incluso el amor y la ira.

Sueños de mis dedos que no tocan
despiertan en tu cuerpo sin vida
y se desdibujan las formas,
perdiéndose en siluetas sin saliva.

Tus manos empapadas de mi sangre,
de mi sangre satisfecha por tenerte.
Alivio de mi cuerpo, sin probarte,
es mudarme a tu sombra envolvente.

Y ahora me miras y sonríes,
no sé muy bien qué quieres.
Quédate, que quiero desvestirte,
amada mía, hermosa muerte

No hay comentarios: