lunes, 27 de abril de 2009

Cerrar Parentesis

Luciérnagas que se tiran del paisaje,
coreografías de miradas desviadas,
tus uñas que se asoman sin esmalte
ya no son espadas que aman con desprecio.
Esculturas de rutina son mis labios
que se agarran del fondo de un beso aislado.

Alivios impares sin primaveras,
se transparenta el vestido de la indiferencia,
sus piernas blancas descuartizadas
en la mesada dejé para que cocinaras.
Es increíble ver cómo se estira esa piel
y lo difícil que es sacársela después.

Velamos anillos enraizados
en las aristas de un cielo caído,
de un cielo jamás acabado
por ese dios que jamás ha existido.

Descubrí telarañas en mi entrepierna
y un ventanal que da a sus propias persianas.
Solos y vacíos en la ausencia,
como dos perfumes terminados y de espaldas,
seguimos las pisadas por inercia
en un laberinto inundado por saliva tragada.

Lloverá olvido pasado mañana
y en los charcos no verás mi cara,
perdida en la escenografía de tus sombras
volverás a ser azufre y miel,
y yo volveré a comprar rosas rojas
y a escribir, en otra arena, otro nombre de mujer.

Podamos las ramas de ese árbol
y cayeron en un río desteñido,
un río al fin abandonado
por esos dos que al fin se han despedido

viernes, 10 de abril de 2009

Mucho después del rocío

Tantas veces me degusté
con el paladar del cuchillo
que no me da miedo decirlo
soy multiplo de un viernes torcido,
arcadas de ginebra y pasado,
sangre en los surcos y en las manos.

Soy mi propio desprecio,
mis sonrisas reunidas
en una gota de lluvia
y en una raya de harina
todas las estrellas y la luna
se te meten más hondo que la vida.

Y te despertás mucho después del rocío
con los ojos duros y afiebrado,
derecho a arrodillarte en el baño
a enterrar el cadaver del alivio de ayer.

El callejón de mis desvelos
está escrito con tu letra,
y mis lunares son antorchas
de hurgadores de promesas
que asustan a las gaviotas
que sobrevuelan, sin permiso, mis venas.

En la parodia de tus olas
llegan los cadaveres del río
como siameses por la sombra
que se asoman al reflejo
que se inyectan marea roja
y se pudren en el viento.

Y te despertás mucho después del rocío
con los ojos duros y afiebrado,
derecho a arrodillarte en el baño
a enterrar el cadaver del alivio de ayer

foto de Manuel Arribas

otro texto que se fue haciendo cancion
y que me gustaría alguna vez algún amigo lo cante
y yo haga coros en ese estribillo que atrapé en el aire

La Nona Ora

Como cayó Goliath cayó Juan Pablo
en la rutina de la misa del domingo
sin protocolo ni aviso
del cielo una señal por encargo
de un Dios que odia el humo blanco
que cada tanto bosteza el Vaticano

Si le faltarán capitulos a la biblia
que no está escrita tu caída.
Pedazos de vitreaux que valen oro
te miran morirte y él ya roto
sabe de sobra que rearmarse es imposible,
una esperanza poco creible.

La Santa Huerfana se pone todo el día
y mezcla pastillas con agua bendita
y a ella le caen con otras rocas
que echan raices que a sus pies enroscan
y crecen hacia arriba y de las ramas
cae el fruto que es su almohada

foto de una escultura de Maurizio Cattelan

jueves, 9 de abril de 2009

Ese puto mar

Podria ser real un lugar sin pasillos
sin archivadores de viento ni ventanas golpeadas
sin insomnio que maltrate almohadas
ni hongos en el techo, ni dictados de destino

Sería con tus ojos, con tu boca,
con vista al mar de tus olas
y en la orilla de mis pies mojados
desesperan nuestros nombres borrándose

Podria ser real la penultima sonrisa
que se hunde sabiendo que es faro fantasmal
que tu barco de ciegas gaviotas no verá,
ecosistema de olvidos y caricias a destiempo.

Será con tus ojos, con tu boca
que mediré los kilometros de costa
que ya no recorro contigo de la mano
pues ese puto mar que naufrago te ha tragado

ilustración de Dave Whitlam

miércoles, 8 de abril de 2009

Eclipses, condenas y huracanes

Tu reloj suizo adelanta los finales
y los puñales se apuran por cumplirlo.
Autopsia de destino hacen los ángeles
y ven tus huellas y las mías por todas partes.

Desnudos y humillados, merecemos la pena
de ser fusilados con las balas del tedio.
Un cielo enrejado nos cubrirá por siempre,
leños ardientes de la eterna hoguera.

Y luego seremos cenizas de pestañas
que ya no se asoman a ningún ojo.
Seremos engrudo que se mantiene erguido,
seremos nuestros besos barridos en grietas de piel dormida.

Y nadie se acordará jamás de aquella noche
en que el destino no custodió tus lunas de carne
y un huracán de lunares que duró dos horas
sin necesidad de abogados nos declaró culpables

foto de Gui Brigaudiot