sábado, 26 de junio de 2010

Con una flor te anuncio que estamos malditos

Soy una serpiente meditando en el desierto
que se ha tragado las llaves de las puertas de un jardín de carne,
de carne y de corazones de manzanas comidas hace siglos,
para volver hecha dragón en las estrofas que están escritas en tu espejo
con la sangre de los toros gritando
que la batalla se gana si los ojos no transmiten la presencia,
ni nombran las manos el secreto de las sombras chinas en el vientre
de la chica que fuiste a los catorce años
llorando por el surgimiento de un grano en la frente,
como una estatua ecuestre de pus, sola, en el patio del colegio.
Te anuncio con una flor que estás maldita,
que no tengo más mensaje que mi sexo para darte,
que soy un ladrillo de semen en tu muralla de hielo
y que si alguna vez fuiste tres veces la diosa de mis desvelos
fue porque estábamos solos debajo de las sábanas de un verso.
Plantaré una lagaña en tu ombligo
para que crezca allí el árbol de la vida,
y que sus ramas no se toquen,
y que sus raíces se agarren de tus tripas,
y veas que su fruto son detectores de humo.
En que dedo descansará el anillo cuya piedra tenga el color de mis ojos,
exactamente el mismo,
si es uno tuyo te pido que me desnudes con los otros
y me acaricies la espalda solo con el elegido
y espero morir en tus brazos en ese instante de extremo narcisismo.
Me gustaría antes atravesar las lunas de Saturno
y que el aire azote mi rostro con el látigo de tus miradas
mientras esperas descubrir un oculto horizonte en el que la ruta se hunde en el océano,
y sales después desnuda a nombrarme, a nombrarme sin tu voz,
aplaudiendo a la nada, como hacen las campanas,
besando la frente del silencio, tomando sus manos con las tuyas,
dándote cuenta que son dos desconocidos sin más parentesco
que el terror a estar solos por siempre,
a ser paréntesis entre un feto y un cadáver.
Yo, en cambio, me he doctorado en diamante en bruto,
en busto de bronce de serpiente,
una cabeza arrancada, pie de página del punto final de un texto de otro,
condenado a una rima consonante y ajena
que me invade por los poros como un perfume de tinieblas.
Quiero sentarme en una piedra no filosofal
a no mirarme en el mar, a escupir en la tierra
y desear que mi saliva fuera azufre
y que pudiera traspasar por fin la grabación de tu teléfono contestador
y al menos con código morse decirte que siempre te llevo a cuestas,
que todos tus anillos tienen una piedra con el color de mis ojos,
exactamente el mismo,
y que me desnudas sin saberlo en infinitos mundos paralelos,
y que en esos mundos me acaricias la espalda,
y que por más que lo quiera nunca muero en ese instante,
sigo y desembarco en la orilla del no olvido

"Demonio sentado" by Mikhail Aleksandrovich Vrubel

(dedicado a Iza Iza Iza)

miércoles, 23 de junio de 2010

Los paracaidistas y el Titanic

Firulete de carne y hueso
beso que el cielo da sin mirar en el cuello del paisaje,
punta de esa lengua que todo lo toca en la cama,
tren bala cuyo destino es el ombligo de la tierra...
Eso eres
un instante hecho de piedra que cae mucho antes del horizonte,
nada hay escrito en el sobre,
eres no poesía,
sábana caída y pisoteada por las sombras,
ecos de ojos, no de miradas,
murmullo de serpientes hambrientas recostadas
en la espalda de la voz de los pueblos.
Mientras el petróleo se derrama en las peceras
tu caída se acentúa en los Edenes ficticios
y se produce la hemorragia interna de las flores
que se miran espantadas
y nos regalan su perfume último como un testamento mudo,
hecho de aire,
destinado a narices alfareras de consuelo y de agonía,
pobladas de sombras chinas made in Bolivia.
Cuántos pies de altura precisas para estar solo,
para dejar a los rascacielos absortos con una gota de semen,
estoy seguro que le temes al escudo del silencio que hay después del grito,
del grito porque sí
como tu función de número de dado.
Dadaista por los codos que rompen el caballete del viento,
muéstrame tu paladar espejado,
espejado y roto de tanto mostrar ese lenguado de lengua del demonio,
tesoro escondido en los pasillos del no diálogo.
Veo cárcel en tus cartas de tarot, veo cadenas,
y veo atados a los no sé cuántos caballos de fuerza,
bebiendo en el establo la saliva tragada de tu infancia
que son los restos de las olas del Atlántico,
cáncer callado del Titanic que se asoma a mi orilla sin mensaje,
sin decir el nombre del barco que está adentro de la botella ginebra.
Ironía sería que salieras en los noticieros
por suicidarte tirándote a las vías del subterráneo,
y que fueras por fin carne de cenizas en el cenicero
del brazo del sofá de alguien tan cualquiera como tú,
que saca la mano por la ventana para saber si llueve
y llevar o no el paraguas en su horizontal vida de seis letras.
Tu pestaña cae sin paracaídas de la cornisa de tus ojos
y tú sabes que en el fondo no todo lo que brilla es brillantina,
ni todo lo que ruge son leones
reyes derrotados de la selva del reproche
que por las noches sueñan que se tiran de cabeza sobre una cebra.
Estás preparándote desde el avión de papel para el gran salto
y te persignas como si Dios de veras existiese,
y por fin eres moneda arrojada desde el cenit de alguien.
Lázaro, levántate y muérete de una puta vez y para siempre...

"Le Golconde" by René Magritte
http://www.magritte.com/

martes, 22 de junio de 2010

Venus del espejo

Desnudo tu retrato miró a la nada durante más de dos siglos,
desnudos los días esperaron verte volver para mover una pieza de ajedrez
y jaquear a la maja vestida, que fue tu dama,
con la maja desnuda, que fue mi alfil,
y así dejarte pestañear
y que por una vez dejes de notar lo hermosa que eres.
Tus joyas te miran de reojo por ser más de carne que de mito
y por anclarte en la cama de una paleta de grises, rojos y negros
haciendo que las sábanas enfaticen las dramáticas curvas de un cuerpo,
roca de carne castigada por las olas calladas de un océano de semen.
Virgen que no sé si llora,
tu clítoris del otro lado no dice nada,
tampoco tu ombligo, que es una cicatriz de Edipo heredada
para no olvidar que nuestros padres son reyes destronados.
De esta orilla solo se ve tu espalda y tu cabello,
pareces un violín Stradivarius en silencio
que ruge en las venas como un león enjaulado.
Dile a Cupido que no juegue con su cordón umbilical,
que alguien convirtió un bastón en serpiente
para que los ciegos se arrastraran por los vientres de los muertos
profanando cementerios como gusanos de no seda,
mariposas cuadrapléjicas del rosedal donde nadie se besa.
Todo es borroso en el reflejo,
tu rostro parece la tierra de una plaza de toros desierta
que mira con ojos divinos y panópticos la esencia de los otros
que apenas sí somos lo que queda después de que tú nos veas
desde lo más alto de un árbol de flechas quebradas,
de balas perdidas en el horizonte,
de los cada vez menos agujeros del cinturón de Orión...
Los arrepentimientos de tus amantes
que con rayos infrarrojos tú notaste
cambiaron tu postura para siempre.
Cabeza, hombros y brazos de una diosa
giraron en torno a un eje de dudas de terceros
que en tu cuello quisieron dejar escrita una estrofa
de boca que se abre para morder los labios
del tigre adiestrado en el circo de tu sombra absorta,
descendiente de Narciso, enterrada en ti misma.
No olvides que sos la musa de los mutilados,
la que recibió siete hachazos de carnicero en la espalda
de parte de María de los cuchillos.
Tú te llamas reconstrucción exitosa
y ella seis meses de carne de calabozo.
Todo es borroso en la belleza
tu rostro es el dictado de un jeringoso poeta
que con sus sílabas recrea las construcción de los dioses.
Somos leña de monte en la hoguera del verso inacabado,
pétalos arrancados de una flor en el desierto
y las marcas innombrables de tu cara
también reflejada en nuestros ojos

"Venus del espejo" by Diego Velazquez

martes, 15 de junio de 2010

Forgetting revisited

Esta docena de horquillas de Medusa
que quedaron olvidadas en mi cuarto
le hacen cosquillas, como un pez vivo en la palma de la mano,
a las marcas de tus pies en la pared que da contra la cama
mía,
mía y de nadie,
de todas las sombras que la habitaron,
de la vela primera que iluminó la lujuria
y de esos pétalos barridos de la comisura
de la boca del florero,
ese que me regaló mi madre cuando no te amaba,
ese que me vio amarte y que luego no te vio marcharte...
Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue tu vientre ensangrentado
mientras dios bautice cisnes con agua bendita
y con aceite de almendras te barnice
para que cuando te toque no me nombren tus poros
ni me escriban sonetos las llaves de tu casa
mientras cuelgan de la puerta,
y las sabanas derramadas en el piso
ya no cuelgan de ningún sitio,
del mismo lugar donde cuelga la luna,
la luna llena,
llena de pus de alguien,
de un cualquiera con apellido italiano,
como marca de fideos al huevo,
como un primo segundo de gangster,
descendiente de amantes de Caravaggio...
Y ese alguien que no imagino
desenredará tu pelo en unos meses,
y calmará cuando oiga tu voz susurrar
las mismas palabras que yo te he oído.
Como un cubo de Rubick desarmándose me acostaré
a naufragar en los no sueños que me habiten,
en las migas que dejaron los cuervos en tu cuello,
en los cadáveres de cebras que esconde la selva de tu pelo,
y en tu vello púbico frenaré dejando las huellas
que dejan los autos en las picadas.
Me tomaré de los huesos de otros poetas,
gritaré detrás de los barrotes limados de mis venas
y después,
cuando nadie venga a visitarme,
voy a disparar al aire descampado,
apuntándole al sol con balas de goma,
y voy a caer en el piso
como cayó tu nombre de mi voz para siempre.
Y tocaré el timbre de cualquier casa
para decirle a quien salga que no soy el mismo,
que cuando cierro los ojos los candados me prohíben ver los tuyos,
pero será mentira

"The Ends of the Earth" by Lucie & Simon

jueves, 10 de junio de 2010

Las no mitades del Mar Rojo

La costilla de Adán
Dios se la dió a un perro que la enterró en las laderas
de lo que ahora es un volcán,
en cuyos rincones aguardan los cuatro jinetes su partida apocalíptica
hacia Londres y Teherán, pasando por El Cairo y Buenos Aires,
por mi barrio, por mi casa, por mi puerta,
matando de tristeza a todos los hombres,
y será un día en que los ángeles usarán cuellos ortopédicos
y los dioses en sillas de ruedas escupirán desde el cielo
y su saliva se llamará azufre.
Porque el león no se encuentra en su rugido
nos buscamos desesperadamente en los otros,
nos enjaulamos en el fondo oculto y sin llaves de esos ojos ajenos,
abandonamos a nuestro yo en la arena de las playas privadas
y en el desierto lo buscamos,
y solo encontramos los puchos de los que escribieron las primeras estrofas
prediseñando al verso, esclavizándolo a la rima consonante,
como si fuera una estatua ecuestre cubista,
casi que tallada a hachazos,
derramando sangre de cobre a los pies donde los ciegos
sacuden su corazón seco en la mano
para que las monedas suenen como campanas
que llaman a la misa
donde no hay suficientes catadores de la sangre de Cristo,
ni monedas que sobrevivan a los bolsillos de las camperas irreversibles,
ni confidentes que asuman que se han inyectado heroína
buscando la salida
o la escalera de incendios que se inician en la almohada,
y además esos secretos no nos dicen nada,
no son la devolución del espejo,
ni son las credenciales,
no son la piel, ni los pulmones, ni la cita pospuesta con el psiquiatra...
Son la existencia ramificada, nada que no se sepa después de la autopsia...
Los cadáveres sí suelen ser condescendientes
salvo que no tienen por costumbre firmar el cheque de la reducción de algún pariente
que naufragó en la misma urna mientras nuestra sangre naufragaba en nuestras venas...
Al fin solos,
como se dicen las tizas de cocaína en el estomago de alguien ahora mismo,
al fin abrazados esperando la lapidación esquizoide,
comprando balas de plata para reconocernos en los límites violados,
llorando porque es gratis y legal,
porque nadie nos abrió el Mar Rojo en dos mitades...
Moriremos pensando que la muerte es una cosa que le pasa a otros
o deseándola y pidiendo más dosis de morfina
para por fin cerrar las cortinas del ventanal que da al pozo ciego
y pensar que el eje de simetría del gran desvelo
fue el espiral de promesas que en vida no cumplimos...
Mi infierno es el de El Bosco y está al lado del jardín de tus delicias,
solo pasaron unos siglos sin que nadie te nombrara,
bésame si puedes, si no te importa que esté muerto