jueves, 22 de abril de 2010

Los maniquíes y el principio del placer

Flores hechas cardos a fuerza de carne de vidrieras,
cuerpos deshuesados por los ojos,
nacidos para vivir en pantanos de alquitrán y cemento
con bocacalles de libido en esquinas estudiadas.

Niñas que lloran a sus padres por liposucciones y cirugías plásticas
crecen castradas por su psique y aprenden a odiar a sus narices imperfectas
y a sus huellas digitales detectadas en el pasamanos de los pobres diablos
que como mucho aspiran a una crema para manos.

Esas bolsas de nylon con globos de aire en todas partes
que ponen a los electrodomésticos en sus respectivas cajas
son las placentas de los maniquíes y los subgerentes,
y sus padres son de probeta, y sus diálogos una sucesión de telegramas.

Hasta sus muñones son delicados y perfectamente simétricos
sus corazones son de caucho escondido, enterrado en sus tórax,
y sus almas veintiún gramos de silicona.
Su mayor temor es mancharse la camisa con ciruela porque no sale...

Mientras, los árboles talados con raíces de cobre,
sobrevivientes de la quimioterapia, adictos a la anestesia,
caemos del cielo y arrastramos nuestro paracaídas hasta que nos lo amputan,
y así nos quitan las alas ortopédicas y nos rotulan freaks.

Cuando nos hablan sus miradas son gases lacrimógenos
como si arrojáramos petróleo en un acuario porque sí,
porque odiamos que tengan escamas y respiren por las branquias
o porque los peces no hablan y entonces no sabemos lo que piensan.

Vomitamos porque vamos en el barco y el mar se mueve,
tenemos testículos como las bestias, y nos cuelgan,
y un pararrayos anclado en el ombligo para siempre.
Huérfanos de nuestra propia carne, expulsados del paraíso...

Hoy me quitan la muela del juicio tus abogados y tus jueces
leyendo sus párrafos del código penal me absuelven,
pero todos los apellidos son apellidos criminales,
y todas tus mariposas son gusanos que se arrastraron
hasta besar un par de pies de barro

"The Uncertainty of the Poet" by Giorgio de Chirico

martes, 20 de abril de 2010

I'm walking around spiders

Sucede que me canso de ver arañas en todas partes,
una y solo una cada vez que estoy solo,
en un rincón del baño, asomándose por alguna grieta indefinible,
una y solo una, y siempre en lugares cerrados...
Algunas tienen patas tan largas como los elefantes de Dalí
y no cargan obeliscos ni mujeres desnudas,
van solas como murciélagos desesperados,
y se detienen y no sé qué piensan
y las pierdo de vista y las reencuentro y me inquietan...
Sucede que me canso de ver arañas en todas partes
y de dudar sin son reales o alucinaciones mías
y pienso por qué alucinar con arañas y no con lobos marinos,
o strippers o lo que sea,
supongo que representan algo escondido: una ex novia, mi madre, la suma de mis miedos...
Y a veces pienso que la araña es legítima y yo una creación irreal de ella
que simbolizo algo escondido en su vida callada...
Será ese el motivo por el cual no las mato, temo morir en ese mismo instante...
A veces ni siquiera las veo, solo las siento caminar por mi brazo,
como si fuera la respiración de un cisne de fieltro que me odia
y que me descuartiza en sus sueños y me entierra en trece bolsas de nylon
en su jardín de tierra removida y de enanos,
inanimados y cómplices, primo-hermanos de los maniquíes de las vidrieras...
Seria bello ir por las calles con un cuchillo verde
y atravesar con él las espaldas de los que no ven lo que yo veo,
para afilarlo con la estatua ecuestre de tus próceres de piedra
y para arrojarlo en la fuente donde todos tiran sus monedas
Los paisajes de esta ciudad son horribles:
corazones aislados apestados por moscas y un cienpies que los mira desde abajo
como si esas aberturas fueran las entradas de una cueva,
o pulmones tirados en las calles, transformados en nidos de cucarachas,
o un cadáver abierto que sirve de panal a esas abejas...
Cuando por fin logro cerrar la puerta con llave
y el mundo prescinde de mi existencia y viceversa,
ni cucarachas ni cienpies ni moscas ni abejas,
solo arañas, una y solo una cada vez, peludas, chicas, venenosas,
reales o irreales, en el techo o en el piso, casi inmóviles...
Por cierto mi techo es altisimo, más de cuatro metros
y de él cuelgan esa putas telarañas como amenaza de un inminente ataque,
y no las limpio para que los que vienen vean que no estoy loco pero a mi casa no viene nadie.
Si quedas atrapado en esa red repugnante se acercan
y te inyectan su veneno mientras te sujetan con sus desquiciadas patas
ya paralizado por el veneno te inyectan jugos digestivos,
que producen una digestión externa de tu cuerpo,
y luego sorben lo que queda con una actitud pasiva, inmóviles, hijas de puta...
Anteayer sentí al pasar por debajo de una arcada esa caricia pegajosa propia de sus telas
y salí corriendo por la escalera de incendios y llegué a la azotea,
había colgadas toallas y camisas que lloraban lentas lágrimas sucias
y detrás de ellas, en un rincón de ladrillos, una araña quieta,
una mezcla de vómito y grito surgió de mi boca, y los vecinos llamaron a los bomberos, a la policía...
Me desmayé oyendo sirenas que venían hacia mi

Captura del film "Fando & Lis" by Alejandro Jodorowsky
web oficial

lunes, 19 de abril de 2010

La Magdalena penitente

De qué infeliz será el cráneo que sostienes como si fuera un anillo,
un anillo que te has quitado porque te produce alergia.
De qué color habrán sido eso ojos ausentes, marrones, negros, celestes?
Cuántos besos han dado a esa frente que hoy es solo parte del caparazón arrojado,
lo que ha quedado de un cuerpo licuado por un estudiante de medicina
primo lejano, y muerto, del pintor que te pide que poses de perfil,
mirándote sin mostrarte, como si fueras tu pensamiento, tu confesión...
Me parece que te escucho susurrando "amén" cuando te veo,
ni tan Magdalena ni tan penitente,
sino otra infeliz cuyo cráneo está sostenido como un florero
por las manos de tu cuello,
que hace años no acarician nada
y solo te toman por el cráneo, como si fueras presa de tu cuerpo arrodillado,
carne de iglesias y de biblias, castrada por las sienes y por la espalda,
castrada con un hacha, mutilada...
La vela como símbolo de infierno, ojo de fuego que arde
sobre un mástil de cera que se deforma y gotea
mientras tu te deformas y goteas lágrimas de acrílico inconsciente...
Llama narcisista y duplicada, rima consonante del paisaje,
pétalos arrancados de la flor de un incendio
donde la muñecas se incineraron
y nuestros ojos de espectadores se hicieron sordomudos pero presentes
del mismo modo que estamos aquí, en el entierro de la niña
y el desentierro de los huesos ya barnizados de un anónimo en tu cuarto.
Tu cara está húmeda como un bajo vientre bañado en semen,
semen de alguien que lo arrojó y salió corriendo
a colgarse de una soga no por culpa, sino por triste,
premeditada agenda de suicida y tu como su carta última
apestada por esa gota de tinta después de la firma.
Tu pecho abierto como las puertas de un cementerio
y tus pezones encerrados como feretros recién cubiertos,
palas y palas de tierra sobre tus pezones para callarlos...
No se arregla con padres nuestros la cicatriz que no muestras
y por silenciosa que seas entre tus sábanas sé que te masturbas.
Te ahogas en ti misma,
sabes que no tiene nada que ver con el amor y te desnudas
y al terminar o cuando crees que terminas,
te sientes como una red llena de peces muertos,
arrancados del mar para comer este viernes santo.
Estás ciega y atada por los miembros,
solo piensas cómo disimularlo mañana en el desayuno ante tus padres,
leyendo la biblia repleta de escenas retratadas por Caravaggio,
protagonizadas por putas, ladrones y canallas
que quizás sean los dueños de esos huesos en tus manos,
barnizados como si fueran adornos o souvenirs
de tu viaje por la carne desierta que eres alrededor de tus huesos
que algún día un estudiante de medicina tomará
para estudiar con detalle, como si tu fueras el resto de la humanidad,
y jugará con tus huesos asustando a su hermano
y no le importará el agujero de bala en tu cráneo

"La Magdalena penitente" by Georges de La Tour

viernes, 16 de abril de 2010

Meretriz

Mitad necrófilo y mitad cadáver,
excitado mientras te veo penetrar con la lengua
esa oreja disecada, que dicen fue de Van Gogh,
y me miras como si fuera el único que te ve
y yo pude ser cualquiera, de hecho es mi vocación.

Esta tapada boca de tormenta sin paladar
es primohermana de la Venus de Milo,
de su mirada perdida en un paisaje de no yeso,
de sus brazos de mármol enterrados,
de esas manos que aun buscan un bajo vientre.

Tu, tan de carne, y yo, tan de alquitrán,
somos uñas postizas de la escena del crimen
de arañar la espalda desnuda de una puerta de hotel.
Mis pulmones de cristal se empañan, tiemblan y estallan
cada vez que me besas o me muerdes.

Conozco tus cicatrices de memoria
y me siguen dando lástima y jamás las tuteo.
Quién profanará mi tumba buscando anillos ciegos
y encontrará huesos y un montón de clavos en la columna
que son tan míos como esas cicatrices tuyas.

Y las veo ir y venir contigo en la cama,
anudando los vectores que persiguen tus pezones desde el cero,
como los clavos están ahora mismo en mi cuerpo sordo.
Hasta eso extraño cuando no te hago mía,
es decir de nadie, que de hecho es tu profesión

"Playola" by Patryk Krzyzewski

jueves, 15 de abril de 2010

Siameses por el astigmatismo

Tengo un par de piedras de la lapidación de mis labios
y el carné de socio fundador de mi sombra.
Los pulmones hace años los despedí por la boca
y los barrió la portera y los tiró a la basura.
Será por eso que mis vecinos no me detienen la puerta
ni me saludan...
Pienso que los ojos son vaginas
y los lagrimales son clítoris
y con eso me entretengo
mientras el oculista llega tarde.
Alguien cosecha lechugas para mi futura ensalada
mientras yo me tapo un ojo y juro que una N es una H.
Si mi vida fuera atún yo sería un tomate relleno
y el centro de mesa serían tus labios,
cáscara incluida, y la sospecha de que esas frutas son de cera.
Evidentemente preciso lentes nuevos.
Igual mucho peor son las visitas al dentista
esa obsesión por esconder mi aliento a nafta
por lograr que mi lengua tenga un color cálido y homogéneo.
Jamás lo consigo.
El paladar es un vientre sin ombligo ni lunares
que uno muestra sin decoro.
Supongo que las cajeras tienen pensamientos suicidas
y los abogados y los garrapiñeros y los dentistas...
Tuve que acercarme mucho a la H para convencerme de que no era una N.
Cuando uno consigue un arma y balas, y escribe cartas suicidas,
y se apunta en la boca... ahí ves que la N era una H
o ya no ves nada...
Los caramelos de limón que el psiquiatra me dio
saben a tierra y a suspiros,
a brisa sublingual,
a carne petrificada de pecadores, a vómito solidificado de dioses...
Aparecen mitades de pastillas todavía en todas partes,
será por eso que los vecinos no me detienen la puerta
ni me saludan...
Supongo que Dios reúne todas las pestañas que se te han caído
para dártelas el día del juicio y reprocharte...
Y te tirarán a un calabozo
y dormirás en un colchón hecho con todas las uñas que te has cortado
y rascarás por dentro y por fuera esa delgada línea
entre el presente y el pasado, entre el juicio final y la vida misma.
La H es la letra del silencio,
la mano que acomoda almohadas entre la sien y la pistola,
las puntas de pie con las que caminan los que se levantan de la cama
a mear mientras piensan que los espirales
no matan ni a los mosquitos ni a las alucinaciones.
Me tapo un ojo y miro el cielo,
esa luna se parece a una muela arrancada
y las fotos a los amigos muertos, y las H's a las N's,
y los poetas a su obra


"Synchronicity I Think" by Bruce Holwerda
http://www.adamholwerda.com/bruceholwerda/

viernes, 9 de abril de 2010

Ya no soy silencio

Cuál es el ventanal que no da a los cementerios?
La barbarie empezó mucho antes de la Barbies y no se irá con ellas.
Voltéate y mírame, estoy ciego, los ojos se me evaporan sin mirada...
Cuántas placentas están repletas de lo mismo:
carne de otra carne, piel de otra piel...
Tomo el tren, voy a cualquier parte,
el pasamanos huele a diez mil vidas por segundo,
los parabrisas contra el viento,
ruge el viento que viene del océano.
Me bajo como se bajan las pestañas y se pierden,
cerca, en las ojeras, en la nariz, en el pecho,
me bajo y lo primero que hago es pisar la cáscara de un durazno.
La primer conclusión es que no era de oro,
la segunda que me estaba esperando,
y la tercera es que estoy a punto de morirme.
Me da miedo, subo las escaleras, ya estoy en la calle,
oigo bocinas, pasa un taxi,
la muerte se acerca, será un accidente?
Un francotirador tal vez,
y ahora mismo me está siguiendo desde esas ventanas, lo presiento, me observa...
Pudo ser cualquiera,
pudo ser cualquiera pero fui yo,
y tu no te volteaste, y tu no me miraste
cuando fui ciego y los ojos se me evaporaban sin mirada...
"Cuál es el ventanal que no da a los cementerios?" te preguntaras
porque en todos me verás...
Miento.
No me veras en ningún lado,
no voltearas para verme porque no te llamaré.
Hay tormenta y los pararrayos están anclados en mi ingle,
descubro que he vomitado en la alfombra,
no lo recuerdo pero no pudo haber pasado otra cosa.
Los almohadones están en el piso como cadáveres,
casi que hay siluetas de tiza cuando los levanto.
El espejo esta roto y la mitad de la botella lo mira desde abajo
como cuando dos amigos se miran después de agarrarse a golpes.
Hubo un silencio entre la botella y el espejo,
ese silencio era yo.
Quizás cuando el francotirador por fin me dispare
lo que quede de la botella le diga a lo que quede del espejo que lo lamenta,
y que no hay ventanales que no den a los cementerios,
y que no hay mares sin cuerpos en el fondo...
Aun soy ese silencio,
me muevo por el mundo con esa naturaleza a cuestas,
carne de bibliotecas y de hospitales, de salas de espera...
Volteate y mírame, estoy ciego, los ojos se me evaporan sin mirada,
humedece tus labios con saliva,
estas a punto de pronunciar unas palabras...
En ese instante me transformo, ya no soy silencio
soy lo que queda alrededor de un agujero de bala

"Los portones del cementerio" by Marc Chagall
http://www.musee-chagall.fr/